Trescientos días ganadores.
Esto te va a volar la cabeza: configura tu día como tu unidad de trabajo.
Si mides tu productividad como el resultado que obtienes con el manejo de tu día, bueno, es muy fácil medir tu avance y tu éxito en el año.
El truco para ganar cada día es atacar el teatro de la productividad.
Oh, el teatro de la productividad. Puedo apostar que eres adicto a él.
En el teatro de la productividad, estás pensando cómo agregar más actividades a tu día en lugar de hacer lo opuesto —y esto es lo que te conviene.
En el teatro de la productividad, aceptas cualquier llamada telefónica, revisas tu email todo el tiempo y dejas que las notificaciones de todas las apps te interrumpan a cada instante.
En el teatro de la productividad, asistes a todas las reuniones que te proponen y organizas muchas por tu cuenta nada más para sentir que eres líder, que estás al frente.
En el teatro de la productividad, generas caos, burocracia y lentitud en cosas que deberían fluir mucho más fácilmente. Lo haces porque esto te hace sentir necesario, importante, relevante.
En el teatro de la productividad, piensas que tienes que “prepararte más”, “capacitarte más” en cada aspecto que tu empleo/emprendimiento demanda en lugar de pensar en cómo delegar las cosas.
En el teatro de la productividad, pones todo tu enfoque en solucionar lo “urgente”, “importante”, “crítico” y como esto nunca acaba, sientes que no progresas.
En el teatro de la productividad, la noción de “largo plazo”, “ecuanimidad”, “optimización” y otras así no figuran en las conversaciones de tu entorno.
El teatro de la productividad es como el teatro de la seguridad, ya sabes, eso de que te revisan los zapatos en el aeropuerto en Estados Unidos y te prohiben botellas con líquidos mayores de cien mililitros, solo porque un par de burócratas decidieron que estas medidas representaban algún tipo de contención de la maldad.
El teatro de la productividad es como el teatro de la educación, ya sabes, eso de que los maestros repiten durante veinte semestres el mismo contenido que solo estudiaron una vez, te lo venden como algo sagrado pero ya no tiene mucha aplicación práctica en el mundo real y cuando obtienes una buena calificación piensas que has agregado alguna especie de herramienta en tu sistema operativo personal pero al intentar aplicarlo te das cuenta que es anacrónico, por decir lo menos.
Lo que tú vas a hacer para no caer en la tentación de participar en el teatro de la productividad es fomentar la productividad genuina en ti.
¿Cuál es esa productividad genuina? Es esto, leer este tipo de cosas, es tomar una avión para ir a un curso de algún tema extraño.
La productividad barata, la productividad promedio es la que todo el mundo te quiere hacer creer que es la única. En esta modalidad, entregar el reporte semanal de forma perfecta te hace sentir productivo, aunque en el gran esquema de las cosas, es irrelevante. Tus jefes ni siquiera lo revisan a detalle, déjame romperte el corazón.
El día que la empresa tenga que despedir o ascender gente, nadie te va a defender o promover por ser el buen niño boy scout que entrega a tiempo y bonitos sus reportes.
El día que la empresa tenga que despedir o ascender gente, van a preferir al tipo que tiene relaciones profesionales bien aceitadas con colegas en diferentes departamentos de la empresa y que gracias a ello puede conseguir autorizaciones y firmas para acelerar los proyectos y así entregar rápido a los clientes y poder cobrar antes lo cual le genera más ganancias a la compañía.
Pero tú no tienes esas relaciones profesionales bien aceitadas porque cuando tus colegas te decían que se iban a reunir para una cena donde iban a ir personas de otras áreas, tú decías que no porque mañana tenías que levantarte temprano para entregar el bendito reporte.
Salir a cenar y convivir con otras personas de la organización no luce como algo productivo en el marco de referencia del teatro de la productividad que te quiere tener pegado al teclado, al email, al estrés.
En la productividad genuina, convivir con esas personas es la mejor apuesta profesional que puedes hacer.
Te decía que pienses en tu día como tu unidad de trabajo.
Determina a diario de tres a cinco puntos estratégicos y enfócate en ellos. Si te sobra tiempo —lo cual ocurrirá conforme vayas dominando esto— inserta trivialidades laborales en tu día para calmar al ruido del mundo.
Super hack (de nada, de nada): para que distingas fácilmente las cosas que son verdaderamente estratégicas, entiende que son actividades que puedes posponer —y las acciones que solo abonan al teatro de la productividad siempre gritan “urgente”, “importante”, “crítico”, “el mundo va a colapsar si no atiendes esto”, “todos vamos a morir si no me pones atención” y así.
Es imposible desconectarte del teatro de la productividad. Juega con él y en él, claro, pero entiende que es eso, una ilusión, una convención social, no le asignes tu mente, alma, corazón y sudor. Asígnale solo la ejecución mínima necesaria.
Aprende a determinar lo estratégico, así como en el ejemplo que te comenté de ir a la cena vs morir por hacer el p reporte.
Si estar ocupado fuera la solución, los ejecutivos con salarios bajos que cargan tres teléfonos celulares y tiene mil e-mails que responder a diario serían los reyes del mundo.
Hace muchos años inventé el término “DDM” que significa Días de Mierda; la definición más básica es que son momentos donde todo sale mal, mal, mal.
Es imposible evitar los DDMs en tu vida, pero sí puedes identificarlos, contarlos y contenerlos. Si en tu recuento anual solamente aparecen uno o dos DDMs, wow, genial, estás fluyendo como debe ser.
Los DDMs hay que tenerlos en el radar porque si dejas que se junten unos con otros, comienzan a besarse y procrean TDMs, Temporadas de Mierda.
Pero a lo que voy con esto de los DDMs es que conectes la idea con esto de ver cada día como una unidad de trabajo.
Si consigues ejecutar de tres a cinco acciones estratégicas a diario, estarás construyendo una masa tremenda de productividad genuina que irremediablemente te dará resultados geniales: tus relaciones mejorarán, tus ingresos, tus invitaciones, tus oportunidades.
El reto al que te voy a empujar aquí es que tengas al menos trescientos días ganadores en el año.
Trescientos días donde enfocaste más del noventa por ciento de tu mentalidad y ejecución en la productividad genuina, en acciones estratégicas.
Trescientos días donde al llegar a tu cama, en ese momento de reflexión final del día, puedas sonreír porque ignoraste el teatro de la productividad.
Trescientos días donde conseguiste moverte como todo un pro mientras que los demás corrían como gallinas sin cabeza a tu alrededor.
Estoy en el aeropuerto, atrapado entre vuelos retrasados. Estoy escribiendo esto para miles de personas. En el teatro de la productividad debería estar vociferando órdenes a mi equipo, revisando el CRM, checando línea por línea del estado de cuenta bancario, respondiendo quinientos e-mails y así. En la productividad genuina, esta actividad es la más estratégica: hablar contigo, agregarte valor desmedido con estas notas me genera muchísimos más beneficios que estar jugando al emprendedor ocupado.
El crimen de la productividad genuina es que no te regala dopamina, no hay generación intensa de adrenalina porque los resultados y las fechas límites se miden en meses y años.
El máximo lujo, el mejor distintivo de poder, la señal más clara de control es ejecutar pocos movimientos y con ellos conseguir grandes resultados. Mucha gente vive siendo “productiva” sin darse cuenta que están ejecutando demasiados movimientos todo el tiempo sin conseguir grandes resultados.
Colócate tú mismo en posición de ventaja natural.
En las fotos estoy dando conferencias en el Tec de Monterrey y en el Politécnico y en otra estoy tomando un curso de la Harvard Business School. Me suelen invitar a muchos eventos universitarios y suelo ir a cursos por mi cuenta también. El marco de referencia del teatro de la productividad me invita a ver esto como pérdida de tiempo porque no gano dinero y no consigo clientes dado que los universitarios no son la audiencia de mis negocios y los cursos no son baratos. El truco está en aplicar la lente que te estoy sugiriendo en este artículo y entender que en la productividad genuina, ir a hablar con futuros profesionales es la actividad más estratégica que puedo ejecutar ese día —a diferencia de estar encerrado en mi oficina jugando al emprendedor ocupado. Estas personitas van a ocupar posiciones importantes en las siguientes décadas y si me convierto en una referencia profesional e intelectual para ellos hoy, bueno, es imposible que el retorno de la inversión no sea masivo.
Te veo a finales de Enero 2024 en CDMX. Me voy a encerrar en un hotel durante dos días contigo y muchos otros profesionales de vanguardia para recalibrarlos, reprogramarnos, hackear nuestra mentalidad y ejecución hacia una que nos genere más riqueza, más ingresos, más ventas, más dinero.
Mira, si mis artículos te dejan notas que te dan ventajas, participar en mi próximo curso premium te va a dejar un impacto positivo increíble en tu crecimiento profesional y personal.
¿Lo más estratégico que puedes hacer a finales de Enero 2024? Reunirte conmigo y mi red de profesionales de vanguardia durante dos días para aprender sobre tecnología, psicología y adquirir habilidades que se traduzcan de forma práctica y rápida en resultados concretos en tu cuenta bancaria.
Esto no es para todos. La miel de la vida, las recompensas geniales, las alturas, nada de esto es para quien es experto en sabotearse.
Tú no te sabotees.
Tú empújate a lo que te conviene.
Levanta la mano aquí respondiendo este e-mail o envía un DM/inbox en cualquiera de mis redes sociales y con gusto mi equipo te enviará información en modo VIP como lo mereces.
Productividad genuina.
Checklist estratégico.
Visión de largo plazo.
Trescientos días ganadores. Esto es todo lo que necesitas.
Más ganancias, más riqueza, más ingresos, más ventas, más dinero.
El dinero no te da la felicidad: te da facilidad para moverte con rapidez y confianza hacia las situaciones en donde la puedes encontrar.
Sé audaz.
Y selo ahora.
—A.