En el ejército, un tipo —usualmente no el más fuerte— puede dar instrucciones bastante incómodas a un grupo de otros cabrones —estos sí fuertes— y se asume que lo obedecerán sin chistar.
Cuando te hablo de que tengas dureza mental me refiero a algo así, a que seas el general de los pensamientos que cargas, que cuando dictes indicaciones a tu mente, todo ahí adentro se alinee rápida y automáticamente. Si la idea romántica de “tener control de tu vida” llama mucho tu atención, bueno, eso comienza exactamente así como te estoy diciendo: no puedes diseñar una existencia genial si dejas que el animalito silvestre —que eso es nuestra mentalidad de forma predeterminada— haga lo que quiera. Usted señor se pone al frente, establece su autoridad, da instrucciones poco populares pero necesarias y se asegura con firmeza que se cumplan sí o sí. Esa es su misión.
La gente promedio piensa que el cuerpazo, la fortuna, el éxito, la pareja guapísima de alguien, que esas cosas suceden mágicamente. Tú déjalos que sigan en la adicción a creer tonterías que les dicta su mentalidad de escasez.
Tú y yo —en nuestra versión de alto desempeño— sabemos que lo que ellos llaman “magia”, “suerte”, “conexiones” y demás, en realidad es disciplina. Claro, tal vez no siempre es así en todos los casos, pero sí es de esta manera como a ti y a mí nos conviene abordarlo.
En lo personal, prefiero los términos “dureza mental” + “disciplina emocional” para referirme al esfuerzo que tenemos que hacer para conseguir lo que queremos. Considero que estos conceptos son más específicos y abarcan todo nuestro sistema: con dureza mental y disciplina emocional controlamos mucho mejor lo que nos permitimos pensar, lo que nos permitimos sentir y desde ahí controlamos mucho mejor lo que (no) nos permitimos ejecutar.
Te voy a poner un ejemplo de cómo alinear tus pensamientos.
Quieres asistir a un curso, un evento, algo genial en otra ciudad. Sabes que te conviene por los temas, la experiencia, la gente, por el diseño de vida que deseas para las próximas décadas. La indicación de ir es la que quisieras darle a tu sistema operativo personal (tu mentalidad).
El problema es que metes la instrucción de forma temerosa, con noventa y cinco por ciento de duda, casi siendo tú el que pide permiso al sistema en lugar de que sea como Dios naturalmente siempre lo ha querido: que tú seas el que determine lo que el sistema debe hacer —y no al revés, por Jesus santo, que esto te va a dejar pobre.
Tú no le debes pedir permiso para nada a tu mentalidad. Ella vino al mundo para servirte. Tu mentalidad y todo lo que contiene es tu ejército y ahí no debe haber democracia. No pases la vida consultando con tus pensamientos cada decisión, por pequeña o grande que sea. Dale indicaciones. Cortas. Duras. Precisas. Ambiciosas. Y ponla a resolver, que ese es su trabajo, tú deja que los soldados de tu mente se encarguen de encontrar la forma de que lo que tú quieres ocurra.
Va de nuevo.
Controlas a tu ejército de pensamientos con dureza mental y disciplina emocional.
Le das instrucciones impopulares —que no le gustan, pero que a ti te convienen, estilo “voy a ir a este curso premium presencial con Aarón Benítez”.
Te desconectas de sus quejas, las cuales te va a aventar en forma de argumentos bastante lógicos y poderosos —hey, este es el super poder de tu mente, someterte y desanimarte con su lógica implacable. En este ejemplo te va a decir cosas estilo “¿cómo crees?”, “¿con qué dinero?”, “está bien lejos Santa Fe”, “está muy caro”, “no seas ridículo, ¿a qué vas? ¿para según tú ya ser ahora sí una persona de alto desempeño?”, “¿para qué pagas por eso si ha de ser lo mismo que pone en sus artículos y videos?”, “van puros pros, tú ni siquiera te levantas temprano” y así. Aquí tu gran error es responder estas preguntas de ataque de tu animalito silvestre.
A ver, de nuevo, regresando a la analogía del ejército: el general pide conquistar una posición super difícil, y no lo solicita así por fastidiar a sus tropas sino porque es altamente estratégico en medio de la batalla sangrienta en que se encuentran. Imagina cuando da la instrucción y los soldados la reciben. ¿Qué crees que cada uno de ellos dice en su mente? Ninguno se entusiasma. Ninguno brinca de alegría. Ninguno ve esto como obvio. Lo que piensas es “está loco”, “que lo haga él”, “es imposible”, “vamos a morir”, “qué pendejo, mejor debería hacer esto otro” y así. Los soldados no son máquinas, cada uno de ellos carga con sus ideas y seguramente estas nunca coinciden con las que tiene la gente a cargo.
Pero los soldados están para mantenerse callados, aceptar lo que les indican y ejecutar.
Y se comportan así porque saben que ni el sargento, ni el capitán, ni el general van a conectar emocional o intelectualmente con ellos y sus berrinches.
No conectes con los berrinches ni de la gente ni de tu mente.
Hazle esto mismo a tu animalito salvaje, a tu mentalidad silvestre: que sepa que no vas a conectar con ella emocional o intelectualmente para responder sus preguntas con las que te quiere desanimar de tu objetivo.
Vamos a tomar esa colina y ya. Esa es la instrucción. Los detalles los resuelven en el proceso los soldados.
Vamos a ir a este curso y ya. Esa es la instrucción. Los detalles los resuelven en el proceso tu mentalidad y ejecución.
Te decía que en el ejército no hay democracia. En la vida real, tampoco hay democracia.
Tus padres no te preguntan qué quieres comer a diario. Es lo que es.
En la escuela nadie te consulta qué tareas quieres para el día de hoy. Es lo que es.
Y en el trabajo, los jefes no piden tu opinión sobre la carga de actividades que te van a asignar. Es lo que es.
Pero tú —querida PAD en proceso— quieres andar por la vida consultando a todos por cualquier cosa, grande o pequeña. Y le pones atención a los soldados de tu mente como si realmente eso fuera lo que te conviene. No. Democracia es miedo. Punto. Deja de ver con entusiasmo esta palabrita que el marketing de control te ha instalado como si fuera lo máximo.
No vivas una vida donde tu voto sea uno de muchos y pienses que así debe de ser.
Vive una vida donde tu voto es el único que importa.
Cuando te digo que seas decidido, audaz, duro, movido y todo eso, básicamente lo que te estoy diciendo es que seas anti-democrático, que no andes consultando con nada ni con nadie lo que te entusiasma, lo que sabes que tienes que hacer, lo que te conviene. Las consultas no te hacen más fuerte, más sexy, más rico o más afortunado. Nunca.
Yo sé que esto va totalmente en contra de mucho de lo que has creído durante gran parte de tu vida, pero te lo juro y te lo firmo que en los altos niveles así se mueven las cosas. Y quiero que subas de nivel. Y lo quiero no porque yo sea la Madre Teresa de Calcuta. Quiero que te vaya super bien porque si yo estoy conectado a ese crecimiento espectacular tuyo, bueno, es matemáticamente imposible que algo de esa buena fortuna que vas a experimentar no regrese a mí en forma de que compres mi coaching, mi consultoría de negocios, mis cursos premium, etcétera.
Y bueno, obviamente la sociedad se beneficiar en tu modalidad de general de tu sistema operativo personal porque construyes más y mejores cosas.
Ganas tú. Gana el mundo. Gano yo.
Una trifecta ganar-ganar-ganar genial.
Da instrucciones claras, ambiciosas.
No hagas el trabajo de los soldados de tu mente. Deja que ellos se encarguen de ejecutar lo que marca su destino: solucionar los retos para llegar a los objetivos que tú, como el líder, estableces.
Ignora el estilo democrático.
Dureza mental.
Disciplina emocional.
Enfoque. Ecuanimidad.
La gloria está en el largo plazo.
Sé audaz.
Y selo ahora.
—A.
Y el ejemplo de lo que piensas sobre mi curso premium presencial no es broma. Sé que la mayoría piensa así porque así precisamente pensaba yo. Me la vivía criticando todas aquellas situaciones y productos que no podía pagar. Siempre fue más fácil acusar de tontos, frívolos y demás a los que sí podían acceder a esas cosas que admitir que yo estaba jodido gracias a mi mentalidad de escasez. Cuando alteré mi sistema operativo personal para insertarme en las ideas, ejecución y niveles que sí me convenían, todo cambió positivamente. Primero duele bastante, claro, pagar precios a los que no estás acostumbrado, viajar en fechas y lugares que no son normales para ti, ir a experiencias que ni tu familia ni tus amigos celebran, bueno, nada de esto es común. No esperes que las personas promedio te lo celebren. Luego todo esto de invertir en cursos y eventos geniales se volvió parte natural de mi existencia y es —probablemente junto con mis lecturas, relaciones y ejecución— una de las armas secretas más poderosas con las que he optimizado mi realidad. Siempre le digo a la gente que la receta para quedarnos pobres es querer todo gratis, fácil, rápido y “cerquita”. Soy gran fan, amo la tecnología, pero absolutamente nada supera lo físico, lo presencial. Te veo en Santa Fe, CDMX, el 25 y 26 de Enero 2025 en mi curso premium presencial donde te voy a enseñar a enfocarte en la ejecución que importa, la que te va a dar el dinero para poder vivir una vida genial. No es barato, pero es dinámico, intenso, poderoso y se paga solo con la red y recursos que vas a generar para las próximas décadas. Este es un evento por invitación. Solicita información para conseguir la tuya: