No seas modesto.
No seas humilde.
No te ayuda a ti. No ayuda a nadie.
Solo mantienes apaciguados a gente frustrada que se siente ofendida en su sensibilidad cuando destacas.
Destaca.
Presume lo que importa.
Con esto adquieres confianza.
Con esto nos inspiras.
Y así conoces a quienes quieren impulsar tu mejor versión, porque lejos de atacarte, detestarte y regañarte por hacerlos sentir menos, se entusiasman, se acercan y te invitan a hacer cosas con ellos.
Imagina a un Jesús, Buda, Gandhi o Aristóteles modesto: no los conoceríamos, no estaríamos hablando de ellos y —peor— la humanidad no se habría beneficiado de su visión y ejecución ambiciosa.
Te quiero. Sé ambicioso. Haz ruido. Exponte.
Abrazo escandaloso.
—A.