



El día que dejes de ver como algo exótico el salir de tu ciudad a cada rato para ir a conectar con gente en workshops, eventos, conferencias que tú mismo pagas de tu bolsillo cuando quieras, ese día la vida cambia.
Al principio va a doler (y mucho), pero moverte así es la única manera de darle cachetadas a la realidad hasta que entienda que tiene que insertar este tipo de ejecución sí o sí en tu vida.
Sé todo esto por experiencia. No te lo digo como algo teórico, sino como el joven ingeniero pobre que fui que veía eso de viajar en avión como cosas alejadas de mis posibilidades, como algo para ricos, e ir a cursos en otros lados, para qué, si ahí está el internet y mejor esperar a que —con suerte— luego venga el conferencista ese a mi ciudad (aunque justo en esa fecha tampoco iba a poder porque seguramente tendría mucho trabajo y como lo que hacía era muy importante, ajá, pues ni modo, me lo iba a tener que perder).
Las cosas que quieres en tu vida, las que te convienen —nuevas relaciones ganadoras, nuevas ideas poderosas, una nueva versión de ti— no están en tu ruta diaria al trabajo, ni en tu comportamiento normal semanal, ni en tu colonia. Si así fuera, ya estarías accediendo a ello y teniendo grandes resultados. La prueba de que lo que te conviene no está en donde estás ni en lo que estás ejecutando es que estás leyendo esto con una de dos reacciones: encabronamiento porque no soportas al pinche Aarón Benítez que dice todas estas mamadas, o aceptación de que sí, tiene sentido, y sabes que te ha dado miedo apretar el botón porque has permitido que la mentalidad-animalito salvaje tome el control de tus decisiones.
Te digo esto como un regaño con amor, porque las reglas que importan en la vida no están escritas.
De nuevo: lo que te va a dar ventajas injustas geniales en la vida, eso no está escrito. Si tienes suerte, si acaso, te las dicen de forma vaga. Te recomiendan "hay que prepararse", sí, claro, ¿pero cómo?
Prepararte como pro no está en interminables webinars, en aburridas sesiones de Zoom, haciendo clic en exámenes en plataformas en línea, eso es pasivo, lento, burocrático, viejísima guardia, promedio.
Prepararte bien es irte a rozar codo con codo con los que ya llevan una energía de ejecución que te conviene copiar descaradamente, es sentarte a escuchar accidentalmente una conversación entre colegas que mencionan nuevas metodologías, técnicas o herramientas que jamás habrías considerado si te hubieses quedado normal sentado en tu oficina.
Cuando no entendemos el juego, pensamos que "capacitación" es una palabra que se usa en la empresa para que nos den un cursito y debemos esperar pasivamente a que esto ocurra.
En el bajo desempeño jamás se nos ocurre pensar que la capacitación debe ser nuestro trabajo mensual —sí, mensual— donde le invertimos recursos para volvernos increíbles. Esto es una mentalidad finita, muy delimitada, justo al lado de creer que la universidad es el momento donde tenemos que aprender todo para dedicarnos a eso el resto de nuestra vida.
Las mejores capacitaciones no lucen como capacitaciones. No quieras "aprender" cosas sentado todo el tiempo, aburrido, escuchando a un "experto" leer diapositiva interminable tras diapositiva interminable. Eso no le conviene ni a tu cerebro ni a tu vida. Eso qué.
Las mejores capacitaciones son aquellas dinámicas, entretenidas, que parecen casuales, donde tomas el control, te pones al frente, interactúas con mucha gente interesante, donde los temas son extremadamente prácticos a nivel de que los puedes ejecutar ya, now, inmediatamente, donde filosofas a gusto y sales sintiendo inmediatamente tu versión superior. Esto es exactamente lo que te doy en cada uno de mis workshops, y si encuentras otros así, explótalos también.
El punto es que para reinventarte, para convertirte en alguien con ejecución soberbia, impresionante, necesitas moverte muy diferente a como lo hacen todos en tu oficina, en tu código postal, en tu generación. Este trabajo no es fácil, pero está disponible, y con algo de imaginación, necedad y sacrificio, puedes acceder a ello, pero nadie te lo va a venir a regalar.
Te veo fuera de la comarca. Te veo en el aeropuerto. Te veo cada día más cómodo usando tu dinero para pagarte tus capacitaciones. Te veo cada mes más convencido de que estás ejecutando de la manera más chingona para tu futuro.
Esto va con amor.
Es para impulsarte.
No hay impulso verdadero sin violencia de acción, de palabras, de decisiones.
Un empujón —que eso es un impulso— viene de la energía en exceso que alguien te inyecta para que te salgas de tu estado estático.
Este texto es eso.
Te quiero pro, verdaderamente pro.
—A.