¿Qué me ayudó a eliminar el miedo para construir mis ideas? No fue fácil, créeme. Esto es importante de resaltar porque muchas veces tenemos ese vacío en la historia de alguien y parece que un día era un tipo “normal” y al día siguiente ya era alguien “famoso”, “importante”, “hombre de negocios” o así.
Para empezar, te quiero recordar que el miedo jamás, jamás, jamás desaparece.
Yo tengo miedo a diario de muchas cosas —y no te digo esto por hacerte sentir bien. Si llevas tiempo siguiéndome, sabes que no soy el tipo de persona que se preocupa por tus sentimientos: te digo siempre las cosas sin tomar en cuenta tu sensibilidad, así que por favor toma como verdadero esto de que todo el tiempo tengo miedo de bastantes cosas.
Tu objetivo con el miedo no debe ser eliminarlo, sino primero reducirlo a niveles mínimos. Una vez que lo tienes ahí, debes administrarlo.
El miedo no se elimina, se administra.
Entre mejor administres tus miedos, mejor es tu vida.
Mi proceso para administrar mi miedo tomó casi dos décadas.
A finales de los ochentas comencé a leer mis primeros libros “serios”, sin dibujitos. En aquellos años era un niño de primaria pública con peinado estilo Benito Juárez. “La Vuelta al Mundo en Ochenta Días” de Julio Verne y “Caballo de Troya” de J.J. Benítez me volaron la cabeza —y esto es decir poco. A partir de esta introducción fascinante a la literatura, me volví adicto a leer casi todo lo que se cruzara en mi radar, fuera sobre la construcción del canal de Panamá, el imperio ruso, aventuras en China, conquista del espacio y muchos otros temas que al día de hoy todavía no entiendo bien.
Mi realidad distaba mucho de las cosas que leía. Sí, me encantaban todas esas situaciones, lugares e ideas que los libros me mostraban, pero mi mente las ponía al mismo nivel fantasioso de las cosas que ocurren en las caricaturas. Nada indicaba que yo iba a dedicarme a lo que sea que me dedico hoy en día. Mi línea en aquellos momentos de mi adolescencia era clara: yo iba a ir a la universidad, obtener mi título profesional y encontrar un buen trabajo. Eso era todo porque eso era lo normal.
A punto de entrar en mis treintas, llegué a ese punto de decisiones que tal vez es común para muchos pero del que pocos hablan.
Comencé a cuestionarme qué demonios estaba haciendo, qué quería conseguir, qué tenía que hacer y cómo demonios lo iba a lograr.
En aquel entonces tenía una serie de carpetas físicas en las que a lo largo de los años había ido acumulando ideas de negocios. Tenía memorandos que había hecho para mí mismo, recortes de revistas, fotocopias, notas sueltas y así. Cuando decidí que tenía que emprender mis ideas, saqué mis folders y me puse a analizar por dónde comenzar.
Eran los años dos mil ocho, dos mil nueve. Pensé en lanzar una librería en línea, un servicio de contratación de ayuda en casa para ejecutivos ocupados y muchas otras cosas en ese estilo raro que tengo de imaginar las ideas de negocios que menos le interesan a las masas porque cuando uno es joven, inexperto e idealista, todo se vale.
Afortunadamente, decidí lanzar un negocio en el que tenía “menos peores” posibilidades de fracasar: escuelas de inglés.
Hack: no lances el negocio que te entusiasma nada más porque sí, sino aquel en el que tengas menos posibilidades de fracasar, aunque no sea sexy, aunque luzca aburrido. Tienes todo en contra en negocios todo el tiempo. No seas romántico, sé pragmático. Pon siempre primero pan en la mesa.
Durante muchos años di clases de inglés a niños, adultos y empresas. Luego ascendí a posiciones gerenciales donde tenía que lidiar con grupos académicos, equipos de ventas, miles de clientes, jefes directivos y así. Aprendí muchísimo y apliqué el criterio simplón de creer que ya entendía todo lo que había que entender de esto para replicar el negocio por mi cuenta.
A ver, te explico: jamás, jamás, jamás será lo mismo que estés arriba en una organización como colaborador a que la empresa sea tuya. Jamás. No te confundas si eres el brazo derecho del CEO y eso te hace pensar que tú puedes hacer el trabajo del tipo. Esto es un efecto que a muchos novatos nos ocurre todo el tiempo.
Aunque seas el brazo derecho de Dios, no eres Dios.
Pero te decía que mi decisión de lanzar escuelas de inglés fue afortunada, porque aunque en el origen no me volvía loco seguir en la industria de la educación, al menos tenía un poco más de idea de cómo hacer las cosas, aunque me faltaba muchísimo entendimiento del resto de las piezas de la maquinaria para hacer funcionar adecuadamente una compañía. Aun así, conseguí que el negocio creciera y se mantuviera con varias sucursales en el mercado durante una década —para futuras referencias, el nombre de este gran proyecto fue Waterhouse.
Ahora, regresando al punto del miedo, muchos me preguntan si lo tuve cuando renuncié para emprender.
Uf, claro. Bastante. No tienes idea.
Todo el mundo me decía que iba a perder mi seguro social, que iba a afectar mi fondo de ahorros para el retiro, que ya no iba a tener certidumbre con mi dinero. Gente que amo y quiero. Amigos, familiares. Nadie aplaudió con entusiasmo mi idea de emprender. Sembraron —sin querer afectarme, al contrario, lo sé— dudas en mí porque desde su perspectiva lo que me decían estaba en mi mejor interés.
La gente cerca de ti no puede ver lo que te conviene en realidad. ¿Por qué no? Precisamente por esa cercanía. Si tu nivel socioeconómico actual no es bueno, ahí tienes la prueba de que no pueden decirte lo que te conviene porque de ser así, hace tiempo que ya te lo habrían explicado.
Justo antes de apretar el gatillo para renunciar a mi empleo y lanzarme al vacío a emprender, me topé con un artículo que hablaba de la diferencia entre opiniones y consejos. El texto explicaba que un consejo solo viene de aquel que ya ha conquistado lo que tú quieres dominar y que todo lo demás es una opinión. Y claro, hay opiniones valiosas, inteligentes y demás, pero no son rutas comprobadas de quien te las está diciendo, son sus teorías.
Volteé a analizar a todas las personas a mi alrededor que me estaban advirtiendo que no renunciara, que construyera mi empresa en mis tiempos libres (wtf) y dándome otros “consejos” en esa línea. ¿Cuántos de ellos han hecho esto que estoy intentando construir?, me pregunté un buen día. Resultó que ninguno. Absolutamente ninguno. Comprendí que no me estaban dando consejos sino que meramente estaban externando sus opiniones.
Opiniones con amor, opiniones con buenas intenciones, claro, pero decidí que sí, que muy probablemente muchas de sus opiniones eran válidas, inteligentes, convenientes, pero, pero, pero, dado que era mi vida y que las consecuencias de mi decisión me iban a golpear a mí, mi opinión —por tonta, limitada, sesgada que fuera— era (es) la más importante de todas.
Tomé todas las opiniones que recibí, las metí a un costal emocional, las aventé al rincón más aislado de mi mente para ignorarlas totalmente y procedí a renunciar, emprender, sufrir, sufrir, decepcionarme, cuestionarme, sufrir, volver a sufrir más, arrepentirme, sufrir y luego, un día, conseguir que el barco estuviera estable y posteriormente que pudiera adquirir velocidad.
¿Por qué pude emprender a pesar de mi miedo?
Porque tenía un almacenamiento fuerte de muchas historias de tipos que habían superado obstáculos bastante más difíciles que los míos.
Todas las lecturas que había hecho hasta ese momento eran radiografías de que era posible construir cosas enormes si tan solo las veía como algo normal.
La acumulación de todos esos libros tuvo el grandioso efecto de atacar con dureza lo que mi realidad veía.
En mi realidad no había emprendedores, inversionistas, gente buscando ganar muchísimo dinero o intentando construir infraestructuras financieras/empresariales para sostener vidas geniales. No había nada de eso. Todo era promedio. Y mi mente estaba acostumbrada a visualizar todo eso como “normal”. Y no lo era. No lo es. La escasez que te rodea es solo un escenario de muchísimos otros posibles.
Cuando le propuse a mi mente que yo iba a ser empresario, autor, conferencista, runner y demás, la idea no le gustó nada. Mi animalito silvestre —eso es una mente no dominada— me dijo que no fuera ridículo, que yo no tenía dinero, ni contactos, que ni siquiera había conseguido el título universitario porque no terminé mi tesis, que no sabía de finanzas ni de administración, que era flojo con una condición física terrible, que no tenía ni automóvil, que a nadie le interesaban mis ideas y que no había red de contactos que me pudieran apoyar ni en lo técnico ni en lo económico y así.
Mi animalito salvaje aplicó toda su fuerza para inyectarme miedo.
Su fuerza fueron todos esos argumentos bastante lógicos y verdaderos que te estoy compartiendo.
Su misión era inyectarme miedo para hacerme desistir, porque hacer cualquier cosa fuera de aquello en lo que estamos ciclados significa esfuerzo. Y a la mente silvestre no le gusta el esfuerzo porque solo está enfocada en sobrevivir y cualquier otra cosa es distracción y no es bienvenida. Esas tonterías de crecer, desarrollarte, avanzar, crear una vida genial no le interesan a tu mente silvestre en lo absoluto.
Activé mi contraataque argumentando también con lógica fuerte y la sometí. Sí, le dije, tengo todo eso en contra, pero leí esto y esto y esto y esto y esto y esto y esto otro y este personaje ficticio lo hizo así y este otro hombre ilustre lo consiguió así y este otro empresario aplicó tal estrategia y estos otros en estas novelas y en estos libros de no-ficción y de negocios ejecutaron tales técnicas e incluso llegaron con más desventajas al ruedo y consiguieron grandes resultados entonces eso significa que yo tal vez podría lograrlo también. Además, lo que estoy intentando hacer no es algo único en el mundo, no soy el primero, muchos han comprobado que es posible, no será fácil, pero soy joven, necio y puedo dedicarle diez años al asunto para hacerlo una realidad.
Y lo hice realidad, querida lectora.
(Por favor, no creas que mi “éxito” llegó sin problemas, tengo muchos temas difíciles andando, es increíblemente complicado, los niveles de estrés e incertidumbre son altos, pero estoy en mi elemento, vine a esto, simplemente no quisiera darte la imagen romántica-simplista de película de Hollywood con un final feliz claro y demás, pues las cosas nunca, nunca, nunca son así para absolutamente nadie en este planeta).
Mi miedo al presentar mi renuncia fue enorme.
Mi miedo al firmar documentos legales para establecer mi empresa fue enorme.
Mi miedo para despedir colaboradores que no tenían el ancho de banda necesario fue enorme.
Pero la ventaja de poder activar las miles de anécdotas, historias, ideas y hacks de los libros que durante dos décadas había leído me permitió tener confianza en que los pasos que estaba dando eran cosas necesarias. La ficción, la ciencia ficción, la no-ficción, la filosofía, las aventuras, los poemas, todas esas letras en las que me había sumergido sirvieron como munición potente para contrarrestar lo que mi mente me insistía en aceptar como “realidad”, “normal” y demás.
“Fuck you”, le he dicho miles de veces a mi mente. Lo que deseo es posible, y lo sé porque no lo estoy inventando ni soñando por primera vez en la humanidad. Han habido tipos con menos inteligencia, menos cualidades, menos capacidad, menos necedad que yo que lo han conseguido, así que posibilidades tengo.
Y así es como he reducido el miedo, que te repito, no desaparece, solo debes administrarlo.
De forma concreta entiende esto: necesitas contrarrestar, contraargumentar, contraatacar la lógica de tu animalito silvestre. Necesitas mostrarle y mostrarte que hay otros viviendo esa realidad que le llama la atención a tu alma. Para esto a mí me sirvió mucho leer, pero también sirve salir de la comarca, ir a cursos premium con gente que ya está en esos niveles que te interesan conquistar, ir a esos vecindarios con cafeterías fuera de tu presupuesto normal y demás. Tienes que pintar a diario y con dureza la imagen de lo que quieres que sea normal en tu existencia.
Tienes que pintar a diario y con dureza la imagen de lo que quieres que sea normal en tu existencia.
Tienes que pintar a diario y con dureza la imagen de lo que quieres que sea normal en tu existencia.
Tu miedo a un evento.
Tu miedo a un precio.
Tu miedo a una experiencia.
Tu miedo a salir de la comarca.
Tu miedo a estar con gente que percibes como superior.
Nada de eso va a desaparecer jamás, pero lo puedes administrar con estas técnicas que te estoy dando:
lee mucho de todo tipo de temas para que veas todas las dimensiones posibles de la vida,
ve a cursos premium con gente que ya está inserta en esas realidades que te interesan y
deja de ponerle atención a tu mente como si fuera lo máximo, insúltala, domínala hasta que deje de ser un animalito silvestre que te quiere inyectar miedo con sus argumentos lógicos.
Ten argumentos lógicos más potentes y grítaselos todo el tiempo caminando y comprando en los niveles en los que te quieres mover.
Hace unos días terminé mi primer curso premium presencial de este año. Fue todo un éxito. Abordamos las estrategias para hacer realidad todo esto que te platico aquí. No es un curso barato, no es un curso cerca de tu colonia ni es un curso para alguien que deja que sus miedos lo dominen.
La Edición 2025 de > skills en Santa Fe, Ciudad de México próximamente abrirá su proceso de registro. Estate pendiente.
La mentalidad silvestre va a abordar mi invitación como un “ah, todo este artículo para venderme un curso”, “esas cosas no sirven”, “es un vendehumos y demás”. Abrazar estos argumentos te mantiene limitado. ¿Sabes? Hablar así te hace sentir inteligente “porque tú no caes en esas trampas de los influencers”, pero si tu nivel socioeconómico no es uno que realmente te tenga cómodo, eres la personita que más necesita exponerse intelectual y físicamente a notas de gente que lleva décadas construyendo cosas muy por encima de tu realidad.
La mentalidad/ejecución que te mantiene pobre es adicta a los cuatro jinetes de la escasez: quiere todo gratis, rápido, fácil y “cerquita”.
Hijo de la vida, tú ten mentalidad sofisticada. Si llegaste hasta este punto de un texto tan largo, es que hay muchas cosas que resuenan en ti, hay muchas notas que te resultan geniales. Si te llevas inspiración, pasos prácticos y concretos en este producto gratuito que te estoy entregando a la distancia, hazte el gran favor del universo y ten una visión fina que te permita apreciar los grandes beneficios de la proximidad: multiplica todo lo bueno que este artículo te dejó por cien y ahí tienes la mejor descripción de mi próximo curso premium presencial.
En los altos niveles todo es business todo el tiempo: las salidas al café, el viaje a esquiar, la conversación en el avión, todo va encaminado a construir más riqueza. Y esto ocurre mientras la gente atrapada en mentalidad y ejecución de escasez está peleando con desconocidos en internet por tonterías/ficciones de la importancia del “balance vida-trabajo”, “descansar el fin de semana”, “no regalarle ni un minuto más a la empresa porque no te lo paga”, “hacer una huelga para exigir nuestros derechos” y demás acciones que los están saboteando como no tienes idea. No estoy diciendo que seamos máquinas, pero tenemos que tener las antenas activadas todo el tiempo y asumir todo lo que hacemos como trabajo. Para el ojo no entrenado esto suena horrible, pero no lo es, te lo juro. Simplemente no lo ves normal porque estás en otra dimensión. Esta idea de construir riqueza, trabajar todo el tiempo, ver todo como productividad te resulta “mala”, “feo” o “exótica” en el mejor de los casos solamente porque no la has experimentado adecuadamente. Esto va para tu versión ambiciosa.
Un último hack. Probablemente estas líneas que he escrito con mucho amor para ti te han motivado a leer más, pero no leas lo que te encuentres así nada más frente a ti o lo que la gente en tu mismo nivel te recomiende. Lee lo que los tipos que están muchos niveles arriba de ti mencionan casualmente en entrevistas y así. Muchas de esas lecturas te resultarán densas, haz que eso te sirva para apreciar el trabajo intelectual que tienes que hacer para alcanzar su nivel de visión del mundo. Tu presupuesto para libros es limitado. Tu tiempo para leer igual. Tu enfoque mucho más. Úsalo en pocos objetivos (libros) altamente estratégicos, no en lo que te recomiende tu compadre. Yo compro siempre los libros en el top de la lista de best-sellers del New York Times y ahí los voy devorando poco a poco. Así encontré en dos mil seis a Neal Stephenson —su “Cryptonomicon” ha sido mi guía involuntaria e inspiración para construir empresas en alta tecnología— y en dos mil nueve a Tim Ferriss quien me dio la patada a conceptos increíbles de estilo de vida que ocupo con éxito a diario desde entonces. “Sapiens” de Yuval Noah Harari lo encontré por una mención que hizo Naval en un podcast en dos mil catorce. Tengo muchísimos libros que me regalan o que yo mismo he comprado “para leer luego”, pero me enfoco en lo que las élites ya han filtrado para mí. Y desde hace dos décadas, mis lecturas son noventa y cinco por ciento en inglés. Mi biblioteca personal es tres cuartos en inglés, el resto en español y uno por ciento en francés porque es delicioso aunque no entiendo nada ni lo pronuncio bien, pero tú déjame ser —y lo de leer en inglés es porque las traducciones al español de casi todos los libros son malas en el mejor de los casos, terribles en la mayoría.
Hay muchas cosas en este artículo que tu mente en estado salvaje va a rechazar como ridículas, exóticas, irreales, pero eso es porque simplemente no las has experimentado como deben ser. Te lo juro, te lo firmo.
Te veo en mi próximo curso presencial. No voy a insistir más porque quiero a las PADs ejecutoras ahí, las que fácilmente comprenden el valor de esto. No seas una PAD teórica que se entusiasma con ideas y ahí se queda siempre. Si necesitas mucho convencimiento, todavía no andas en la frecuencia que te conviene para aprovechar mi curso al máximo.
Te quiero, querida persona de alto desempeño.
Quiero que despegues.
Quiero que dominas a ese animalito silvestre.
Quiero que construyas riqueza.
Si te va muy bien a ti, le va bien a tu entorno y me va bien a mí también.
Ganar-ganar-ganar.
Créetela.
Empújate.
Administra tus miedos.
Insértale a tu mente tus argumentos de una mejor realidad.
El gran Richard Feynman dijo en su discurso de aceptación del premio Nobel de Física que la imaginación se estira repetitivamente intentando alcanzar un nivel más elevado de entendimiento, hasta que de repente se encuentra a sí mismo momentáneamente solo ante un nuevo rincón que le revela el patrón de belleza y majestuosidad verdadera de la naturaleza y que esa fue su recompensa.
Deja que tu imaginación alcance esos rincones nuevos para tu mentalidad.
Ten las recompensas que siempre nos llegan cuando honramos lo mejor de nuestra imaginación con una ejecución decidida.
Te veo pronto.
Sé audaz.
E invierte fuertemente en ti ahora.
—A.
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