Hackear las voces limitantes.
Cómo cometemos el error de comprar las limitantes creativas de gente que las proyecta con autoridad.
Ya sabes que en Hollywood antes de lanzar una película nueva al mercado la proyectan a un pequeño grupo para obtener su retroalimentación.
En esta private screening le preguntan a la gente qué opinan de la película, qué no entendieron, qué les pareció el final y demás.
Este proceso ya lo tienen muy estudiado y dominado.
Resulta que en el preview de “Apollo 13”, una de las reseñas de esta proyección especial decía que “sí, la película genial y todo, pero no hay manera posible de que los astronautas puedan sobrevivir con todas esas complicaciones de la nave espacial”.
Lo chistoso de esto es que la película está basada en hechos reales.
El accidente de la trama ocurrió tal cual lo muestran y el resultado de la película es el mismo de la vida real.
Esto me recordó cuando lancé la primera de mis escuelas de inglés en el año dos mil diez.
Un día, un tipo llegó a pedir información y hasta ahí todo normal.
Luego, tiempo después, una amiga me comentó que esa persona —sin saber que su conversación llegaría a mí— le había dicho que “eso no era posible, que la escuela estaba muy bien equipado y muy moderna, que no le daban los números, que eso era seguramente lavado de dinero”.
A mi mente, cuerpo y alma —llenos de sudor, estrés, deudas, tics nerviosos y demás problemas— este comentario les dio bastante risa.
¿Sabes? Estas personas que enseguida niegan las posibilidades de otros, te transmiten sus opiniones con un tono autoritario, se expresan con una seguridad que te hace cuestionarte, te inyectan su escepticismo con una confianza impresionante.
Es más, hasta podríamos hacer esto una regla de vida: la gente más escandalosa en el café, en el restaurante, en una reunión, esos que se expresan con propiedad como si tuvieran acceso real a los secretos del mundo, esos que insisten que eres tonto si no piensas como ellos, esos que no están en el área que están criticando, que no tienen ni han tenido carne en el asador del tema, esos tipos debes educarte y entrenarte a distinguirlos rápidamente y apreciar con amor su comportamiento infantil. No les creas. Son los mismos que dan su opinión sobre cómo un conductor de la F1 debería hacer las cosas, cómo tal director técnico debería alterar la estrategia del partido de fútbol y luego pasan a componer la política nacional con un par de ideas que mágicamente pueden destrabar todos los obstáculos que tenemos para convertirnos en primer mundo de la noche a la mañana.
Cuando detectes gente que dice las cosas de esa forma —y que no son ni remotamente expertos prácticos, que sí teóricos, en el tema— activa inmediatamente todos tus escudos de seguridad psicológica e intelectual.
Esto sucede todo el tiempo a tu alrededor, querida Persona de Alto Desempeño: la gente proyecta las limitantes creativas de su mente en toda situación y es tu culpa totalmente si las crees.
Mira, por ejemplo, tú puedes ganar cien, ciento cincuenta, doscientos, trescientos mil pesos mexicanos al mes sin tanto problema, pero no lo vas a conseguir si de corazón aceptas todas esas historias limitantes de tus familiares, amigos, colegas, jefes, maestros y vecinos de que “la cosa está dura”, “da gracias de que tienes al menos ese trabajito que te paga poquito pero seguro”, “con la situación como está en el país, pues así no se puede”, “el mercado laboral no da para tanto”, “las compañías no pagan eso” y así.
La cantidad que te estoy proponiendo que deberías generarte al mes te puede parecer descabellada: puedes asumir que he perdido el piso, que no entiendo tu realidad, que no conozco los problemas a los que te enfrentas y demás. Hijo de la vida: vengo exactamente de ahí, de ese estado mental limitado, de esa realidad social de escasez, sé perfectamente lo que está en tu cabeza, en tu corazón, en tu día a día. Sé todas las tonterías que te preocupan y que no deberían. Sé las cosas que aceptas como verdad absoluta y que se desinflan rápidamente si tan solo las retas.
Como primer paso, activa tu sensor emocional y calíbralo de forma fina para que te ayude a detectar con rapidez y precisión a todas esas personas limitantes que te quieren —sin saberlo, sin maldad, muchas veces— mantener en el estado frustrante en que te encuentras. Como prueba de que tu sensor ya está funcionando, vas a sentir dolor emocional: mucha de la gente limitante que primero va a aparecer en tu radar son personas cercanas que conoces, que quieres, que respetas.
Ignóralos con amor.
Ignorar con amor significa respetar sus berrinches profesionales-sociales-técnicos hechos ideas en voz alta, soportar con estoicismo sus peroratas al tiempo que tu visión de las posibilidades no se alterar en lo absoluto y, por el contrario, se expande. Tal vez tienen razón en algunas cosas, pero te sirve más asumir que están equivocados en todo.
Tienes que hackear tu relación con esas voces limitantes que tu versión de bajo desempeño quiere —por miedo, por compromiso social— tomar en serio.
Hey, nunca te juré que esto de salir de la escasez iba a ser algo fácil.
Podemos sobrevivir bajo condiciones extremas en el espacio. El tipo que hizo la reseña estableciendo con autoridad "que “no era posible que los astronautas sobrevivieran” no era experto en tecnología espacial.
Podemos lanzar nuestros negocios tal cual los imaginamos incluso teniendo casi todo en contra. El tipo que dijo que mi escuela “era lavado de dinero” jamás había lanzado un negocio ejecutando los durísimos pasos que yo estaba dando.
Domina el alto desempeño.
Construye riqueza.
Juega bien el juego.
Todo comienza dejando de aceptar las limitantes que otros quieren instalar en tu sistema operativo personal.
—A.
Genial.