Hace unas semanas perdí un cargador de mi teléfono en el gimnasio. Le comenté a uno de los que trabajan ahí. El joven abrió un par de cajones y con indiferencia olímpica me informó que no había nada y listo, eso fue todo, pasó a seguir contemplando su lista de prospectos en la pantalla de la computadora vieja que tiene asignada en la recepción —nota al margen: esos prospectos no se van a materializar en cierres de ventas si no les AVD (Agregar Valor Desmedido), pero creo que muchos "vendedores" no están enterados de esto y piensan que reordenando las celdas y haciendo clic aquí y allá mágicamente algo bueno va a pasar.
A los pocos días, me topé con el gerente del lugar. Lo saludé casual y le expliqué brevemente lo de mi estúpido cargador. Me escuchó con bastante amabilidad y me dijo que con gusto, que no me preocupara, que él le daría seguimiento al asunto.
Independientemente de si el bendito cable aparece o no —yo creo que sí, porque ya lo he olvidado un par de veces antes y si no, sé que es mi culpa por descuidado— lo que quiero ilustrar aquí es esta aparente pequeña diferencia que muchos no comprendemos cuando andamos por la vida con mentalidad de meros colaboradores. Esto me afectó como maestro de inglés durante muchos años: no entendía qué hacía mi jefe, parecía que solo estaba sentado en su escritorio todo el día mientras los demás éramos los que realmente hacíamos el verdadero trabajo. Me tomó mucho tiempo entender el juego de usar las palabras, frases y tonos apropiados para hablar con los clientes, comportarme adecuadamente en modo profesional todo el tiempo e incluir en mi sistema operativo personal eso de darle seguimiento a las cosas como todo un pro.
Que no te pase como a mí, que solo me enfocaba en cumplir nada más con las cosas que —según yo— eran mi obligación, justificando mi apatía y bajo desempeño con tonterías estilo "eso es para lo que me pagan". Mi teoría es que esta es una mala actitud que heredamos gratuitamente de nuestra época escolar, ya sabes, donde nos entrenamos durante décadas a entregar las cosas solo por entregarlas, no por analizarlas, no por entenderlas, no por crecer con ellas.
Si te gusta comprarte cositas, viajar, salir con amigos, tener ahorros, inversiones, en fin, que si te encanta el dinero, esto de usar las palabras, las frases y el tono adecuado para interactuar con el mundo es algo que te puede ayudar a construir mucha riqueza si lo implementas bien. No lo veas como una tontería, tampoco cometas mi error de la época en que fui un joven ingeniero que criticaba a diario a los que trabajaban en el departamento del área comercial acusándolos de que "no hacían nada". No podía ver el valor de lo que hacían en cada llamada telefónica, en cada cena con los clientes. Tú aprende a determinar cuál es el verdadero juego.
Las frases y el tono adecuado para interactuar con el mundo es algo que te puede ayudar a construir mucha riqueza si lo implementas bien.
No seas apático.
No seas bajo desempeño.
Habla, muévete, interactúa como todo un pro.
Sé el dueño de cualquier situación que los clientes pongan en tu regazo.
Va con amor y alpha, como siempre.
Sé audaz.
Y selo ahora.
—A.