
Mira, cuando estudias a, no sé, Napoleón o grandes líderes de la historia en ese tenor, puedes quedar inundando de minucias que crees que tienes que copiarle descaradamente para subir de nivel.
Te voy a decir algo muy importante de todos estos líderes, sean militares, religiosos, políticos, empresariales, sociales.
¿Lista? ¿Listo?
Se entrenan en dar instrucciones que no van a ser populares.
Aprenden a soportar la reacción negativa de su propia gente y extraños —hacen esto con disciplina emocional y dureza mental.
Este rasgo de dar indicaciones duras es uno que puedes copiar hoy mismo ya.
Pídele a tu pareja, hijo, socio, colega, jefe, amigo algo que sabes que tiene que hacerse y no te disculpes por ello.
Solicítalo con el temple de gran general del ejército, que en una frase mueve miles de personas lo cual genera gastos increíbles pero se tiene que hacer lo que se tiene que hacer.
Ese peso, ese gravitas, ese temple, bueno, lo puedes y debes tener si eres un profesional.
Nota que la mayoría de la gente habla con miedo, bajito, pidiendo disculpas de todo, transmitiendo energía de bajo nivel en cada solicitud —todo esto es receta perfecta para hacerte pequeño tú mismo, ¿y qué necesidad tienes de eso? Por el solo hecho de no comportarte así, ya con eso tienes una fantástica ventaja injusta instalada en tu sistema operativo personal.
Una de las primeras ocasiones en que puse esto en marcha en mi vida fue como universitario —estuve al frente de la organización de eventos grandes y me tocó asignar objetivos ambiciosos a mis amigos-colaboradores y tuve la suerte de que mi personalidad no se cohibió pensando en que si los iba a poner incómodos con lo que tenían que ejecutar sí o sí.
Más adelante, cuando me tocó ser coordinador académico al frente de más de veinte maestros de mayor edad y experiencia, tuve que agendar reuniones en días y horarios nada apropiados pues era el único instante en que todos podíamos coincidir (obviamente vendí la idea con anticipación, prometí eficiencia y soluciones).
Sé así: alguien cómodo con la incomodidad de dictar instrucciones anti-populares.
Ahora, no se trata de pedirle a la gente cosas incómodas solo por algún tipo de gusto perverso: se trata de que entiendas que lo estás haciendo porque es altamente estratégico y el potencial resultado supera por mucho todas las molestias que puedan causar, como las medicinas amargas y la inyecciones dolorosas.
Desde niño te hablan de obedecer, de seguir las reglas, de ser bueno, de cosas así —te dicen todo esto no para convertirte en alguien genial, sino para que les hagas el trabajo más fácil a tus papis, a tus maestros y a los adultos en general.
A esa edad —la más influenciable de todas— nadie te habla de aplomo, ecuanimidad, firmeza, determinación, justo todo lo que sí necesitas en la vida para tener éxito.
Tú sé un Napoleoncito que sabe el juego que está jugando.
Incomoda al mundo a cambio de empujar la estrategia que conviene a todos.
—A.
Justo hace poco terminé un libro sobre frases de Napoleón que resumen su pensamiento desde que era un jefe militar y un soberano de la Francia del siglo XIX. Ahora que lo pienso, muchas de sus ideas y creencias transmiten esa determinación o convicción de que es lo correcto de ser -que pueda no serlo pero que asume con valor esea decisión-.