El marketing de ti mismo
Cómo integrarte en estos tiempos a la riqueza del mercado de manera ganadora.
Eres un producto.
La gente que no quiere aceptar la realidad, no le gusta esto. En su lugar, lo que hacen es ponerse a pelear contra las leyes del mercado, que resulta en casi-casi lo mismo que pelear contra las leyes de la naturaleza.
Vaya, son personitas que se ponen a discutir por la existencia de la gravedad y lloran porque les parece injusto perder el tiempo en el piso cuando podríamos vivir flotando. Tú no seas de esos que se ofenden por cuestiones inmutables. Que no te se vaya la vida en cruzadas que solo te hacen sentir bien pero no te llevan a ningún lado. No seas el hippie pobre y abandonado de setenta y cinco años que jamás va a aceptar su frustración.
Ahora, dado que tú y yo somos un producto, lo que nos conviene es configurar de forma atractiva la propuesta que nuestro cuerpo y mente exponen. Todo tú eres una propuesta andante. Hay productos aburridos, inservibles, innecesariamente costosos —que ni siquiera nos dan status— y demás. Tú sé sexy. Tú sé atractivo. Tú sé resourceful para la sociedad.
Como producto, te conviene hacer excelente marketing de ti mismo, digo, si es que acaso dentro de tus intereses está vivir una buena vida.
Todas las señales de todo tipo que envías al mundo todo el tiempo, ese es tu marketing.
La foto de tu perfil. Lo que comentas aquí. El nickname que escogiste para tus redes sociales. Las publicaciones que haces en internet. Las fiestas a las que vas. Las fotos que subes con tus amigos en el antro. El viaje que haces. El estilo de tu vestimenta. Todas estas son tus señales de marketing diario.
Ver nuestra vida así puede resultar fastidioso cuando estamos comenzando a entender el verdadero juego. Es cansado. Es estresante. Lo sé. No te enojes conmigo. Yo no inventé el juego. Yo no hago las reglas. Simplemente soy el mensajero que está poniendo todo esto en tu radar.
Hay gente que entiende esto de manera casi espiritual aunque no han estudiado jamás la teoría de lo que están haciendo, pero incluso así lo ejecutan. Por eso hacen marketing de sí mismos para lucir exitosos comprando un auto de lujo que envíe esa señal. Y está bien. Es parte de su juego. Ahora, nadie te va a dar dinero solo porque tienes un vehículo lindísimo. Esto lo único que tal vez te consigue es la atención y si acaso al acceso a cierto tipo de invitaciones. A partir de ahí, necesitas saber conversar, ser movido, proponer algo y traer ejecución interesante bajo tu manto.
Hay gente que hace marketing de sí misma con diplomas y cursos. Y está bien.
Hay gente que hace marketing de sí misma explicando cosas en internet.
Todos los días estás haciendo marketing de ti mismo, especialmente cuando piensas que no, especialmente cuando solo crees que estás trabajando, que únicamente estás yendo al gym, que solamente es una salida con tus amigos. Todo lo que haces, todos los lugares en los que estás, todo lo que procuras en tu vida, todo eso es marketing de ti mismo.
Si tu vida actualmente te está dando mucho más de lo que esperabas, genial, eso es resultado directo de un excelente marketing que has hecho de ti mismo. Si no, es que te has dedicado a enviar señales pobres que no entusiasman a nadie.
Ante estas notas, muchos activan su modo virtuoso-insoportable. Si andas así, vas a usar frases como “es que a mí no me interesa ser falso”, “no quiero engañar a la gente”, “yo no soy hipócrita”, “o me aceptan como soy o si no, nada” y otras en ese estilo. Expresarte así te deja a ti y a los tuyos bastante limitado, todo por tu necedad de no aceptar las leyes de la naturaleza.
Mira, esto lo puedes comenzar a controlar desde este mismo momento. Una de las ventajas del marketing de uno mismo es que ya tiene respuestas para nosotros. ¿Qué personas están buscando de manera natural acercarse a ti de forma presencial y digital? Ahí tienes un indicador bastante fiable del tipo de señales que estás enviando. ¿Para qué temas te están buscando? ¿En qué te piden opinión? ¿En qué te consideran experto en el sentido de que te den dinero por ello?
Cambiar la estrategia del marketing de ti mismo se llama “reinvención” en términos románticos. Está bien. Tú velo como una nueva campaña.
Ahora, no te digo nada de esto desde un púlpito de virtud. Yo era ese tipo silvestre que no entendía las sutilezas del juego de los millones de dólares y vivía peleando contra lo que me convenía, criticando marcas, estilos, personas y lugares como pretensiosos, costosos, innecesarios, alejados, etcétera. Uno de mis principales problemas era que no me daba cuenta que las ideas que protegía, los pensamientos de las que estaba enamorado, me estaban dando un estilo de vida que me tenía enojado y frustrado todo el tiempo, pero en lugar de atacar eso que yo creía, lanzaba batallas contra las leyes del mercado, contra las leyes de la naturaleza.
Perdí catastrófica y absolutamente todos y cada uno de esos intentos de reconfigurar la Matrix a mi gusto.
Comencé en el año dos mil diez a hacer un marketing de mí mismo que he ido mejorando año con año. Salté al mundo con la imagen fresca de un nuevo emprendedor, un tipo audaz, innovador y todas esas cosas que alimentan el ego de forma inconmensurable. No tienes idea de la magia que el mundo ejecuta a tu favor cuando te reinventas. De repente, gente que yo consideraba en otras ligas fuera de mi realidad se acercaban a interactuar conmigo, invitaciones geniales comenzaron a llegar y demás. Todo por amplificarme a mí y a mi mensaje de la manera correcta.
No es como que en el año dos mil diez de repente comencé a pensar diferente. Realmente, mucho de lo que comencé a publicar y explicar en conferencias y entrevistas eran ideas en las que creía desde muchos tiempo atrás. Mi error era que solo platicaba mis hacks y descubrimientos a los mismos amigos de siempre, con los que me emborrachaba tontamente cada fin de semana en el mismo bar.
Te digo esto por si hoy te sientes frustrado, por si no entiendes el por qué eso que almacenas en tu mente —que sabes que es fantástico— no te lleva a lugares geniales. Esto te ocurre porque no estás amplificándote bien, porque no estás haciendo el marketing de ti mismo que te conviene. Estás desperdiciando eso de lo que eres capaz al compartirlo de forma tibia y limitada la misma gente de siempre.
Reinvéntate.
Afila tu marketing personal.
Sé ambicioso.
Pule todas y cada una de tus señales.
No pelees contra las leyes del mercado ni contra las de la naturaleza.
Sé audaz.
Y selo ahora.
—A.