Querido hijo de la vida: esto de que leas mis newsletters sobre alto desempeño no va a funcionar si no ejecutas, si no le metes TADI a lo que te conviene en tu vida. Te quiero conocer. Sal de la comarca. Acércate. Intégrate a la comunidad. Te veo el jueves 12 de Diciembre en CDMX. Aquí la info.
Pon atención: te voy a ayudar a que pienses como sí piensan los que construyen riqueza. En serio.
De acuerdo a la AI, este texto tiene aproximadamente 1,820 palabras. Para la persona promedio, cuyo ritmo de lectura suele estar entre 200 y 250 palabras por minuto, la lectura estimado es de 7 a 9 minutos. Préstame tu mente por ese tiempo.
Te quiero construyendo riqueza porque te quiero conocer, quiero que dejes de ser esa personita pasiva que espera que todo llegue a su colonia, gratis, fácil y rápido. Te quiero inmerso en mis workshops, coaching y soluciones para que te muevas en modo alto desempeño y seas ambicioso y estratégico y te vaya cada vez mejor primero a ti y después —por añadidura— a mí.
¿Va? Bien. Comenzamos.
Quiero que imagines frente a ti una linea recta, simple, normal.
En el extremo inicial de esa linea hay una caja negra, sin marcas, de tamaño indeterminado, no sabes cuánto pesa o qué tiene dentro.
Ahora imagina a alguien junto a ti que te dice el precio de la caja. Son —no sé— tres mil dólares.
Las personas atrapadas en la mentalidad de escasez enseguida brincan ante casi cualquier precio.
La reacción primaria cuando estamos atrapados en la mentalidad de escasez es considerar el precio de algo.
El precio de las cosas no importa.
El precio de las cosas no importa.
Este es el gran problema que probablemente llevas acarreando durante años, décadas: te asusta el problema incorrecto.
Las personas que construimos riqueza no vemos el precio —y no es porque no nos importe el dinero, entiende que no generas una fortuna siendo descuidado con las finanzas.
Las personas que construimos riqueza reaccionamos diferente a quienes están atrapados en la mentalidad de escasez.
La reacción primaria en la construcción de riqueza es ser curioso genuino, profundizar, preguntarnos qué hay en la caja, pesar el potencial que tiene esta adquisición.
En otras palabras, la reacción primaria en la construcción de riqueza es enfocarnos en lo que vamos a obtener en lugar de espantarnos por lo que vamos a gastar.
(Y no vemos casi nada como gasto, todo es prácticamente una apuesta, una inversión).
Enfocarte de forma automática en lo que vas a obtener es lo que más te impulsa a construir riqueza. No tienes idea. Esto te abre el mundo porque dejas de evaluar las cosas en formato pobre.
Si la caja del ejemplo contiene instrucciones, recursos, materiales, herramientas o algo que te genere diez, cien, cinco mil veces su precio, bueno, los tres mil dólares en su etiqueta de venta son nada. Nada. Así funciona casi todo si encuentras el ángulo correcto para evaluarlo.
Cuando estamos atrapados en la mentalidad de escasez no podemos aprovechar las oportunidades simplemente porque no las vemos, fijamos toda nuestra atención en un número tonto llamado “el precio”.
En la línea que te hice imaginar en este ejercicio, el enfoque siempre debe estar en lo que hay potencialmente para ti en el extremo final.
Deja de estar obsesionado con la parte inicial del proceso (el precio)
Deja de estar obsesionado con ahorros pesos y centavos (el gasto).
Alguna vez escuché a Tony Robbins a un escupitajo de distancia. En ese workshop explicó que la energía es una habilidad.
Energy is a skill.
Y eso me encantó porque es cierto.
Es fácil andar deprimido, cabizbajo, triste y demás. El trabajo —la habilidad— es ponerte a brincar, darte pep talks, decirte cosas chingonas, meterte a una ducha fría, hacer todo lo necesario para activar la energía postiiva que te conviene cargar en tu día.
Te digo esto porque con la riqueza ocurre lo mismo.
La riqueza es una habilidad.
Es fácil espantarse por el precio de algo, quejarnos de lo injusta que es la vida, pensar que las oportunidades solo existen para los que nacieron con suerte o tienen contactos o son guapos o así. El trabajo —la habilidad— es enfocarte en lo que vas a obtener al final de cualquier proceso que la vida te presente en lugar de obsesionarte con el dinero que le tienes que meter al asunto.
Cuando evalúas de entrada, de forma automática, de manera predeterminada, el precio, estás cometiendo el error del que comienza a ir al gym por primera vez: te estás enfocando en el dolor, en la incomodidad, cuando lo que te conviene es insistir mentalmente en lo que vas a obtener. Esto es lo mismo con tus relaciones personales. Es lo mismo con pagar un curso o algo así. Esta actitud de ver el final del proceso es básica en el desarrollo de tu habilidad de riqueza.
Quiero que pienses en términos de riqueza.
Riqueza, riqueza, riqueza.
Es alcanzable. Es para ti. Está ahí. Existe. Es posible.
Eso sí: no es rápida, no es fácil, no está cerca y no es gratis, te aviso.
Cuando hablo de riqueza me refiero a dinero, sí, claro, obvio, pero también a la libertad de moverte en tus términos, de relaciones bonitas y poderosas, de capacidad de influencia en el mundo, de que te sientas cómodo con tu mente y cuerpo a través del fitness, de todo eso, de algo integral, holístico.
Existen habilidades y existen habilidades.
Hay habilidades que importan.
Y hay habilidades que parece que importan.
La habilidad de ser un buen hijo de la vida, un niño bueno boy scout que cumple con sus reportes, que sigue todas las reglas, que le cae bien a todo el mundo, de ser alguien “responsable” que solo compra lo que puede, esa es una habilidad que parece importante pero no es la habilidad de la riqueza.
La habilidad de la riqueza es diferente, es superior, no es abundante en tu entorno porque si lo fuera, bueno, podrías simplemente mirar a tu alrededor, encontrarla sin problema y ya la estarías emulando hoy fluidamente.
Te quiero en tu versión de alto desempeño que se enfoca en lo que va a obtener.
Va con amor y alpha, como siempre.
Sé ricamente audaz.
Y selo ahora.
—A.