Detectar las mentiras de tus hijos pequeños es fácil: su tono de voz, lo fantasioso que te están diciendo, su lenguaje corporal. Los niños hacen esto como juego y por muchas otras razones naturales de su crecimiento. Lo importante es establecer que te dicen mentiras y lo aceptas y no las crees.
¿Sabes? Tu mente te dice también mentiras todo el tiempo, pero a diferencia de con tus hijos, se las crees. "Ay, no, estoy cansado, ya no puedo más", "ay, no, ya no me da tiempo", "ay, no, a mí eso no me sirve" y así. Tu mente no es tu amiga por default. Tu mente es un animalito salvaje, recuerda esto siempre, y te dice mentiras que tú sigues —tontamente— tomando como verdad.
Tu mente te dice también mentiras todo el tiempo, pero a diferencia de con tus hijos, se las crees.
A ver, te decía de tus hijos y sus mentiras: el registro histórico es prueba de que las han dicho y seguramente lo volverán a hacer. Bien. El registro histórico de tu mente es igual: haz un inventario de cuántas cosas en un inicio no creías posible que podías tener/hacer y eventualmente las conseguiste/hiciste. Bien. Esto es prueba de que tu mente-animalito-salvaje miente y lo seguirá haciendo.
Tu mente te miente cuando te dice que estás sano y luego vas y te haces análisis y te das cuenta que no.
Tu mente te miente cuando te dice que eso de ir al gym es caro, no te va a dar tiempo y te vas a cansar mucho y luego vas, te inscribes, asistes y te das cuenta que es lo que siempre habías necesitado para elevar tus niveles de energía y motivación.
Tu mente te miente cuando te dice que todos se van a burlar de ti por esa pieza de contenido que quieres subir a internet y luego vas y la publicas y recibes comentarios, mensajes privados y felicitaciones de gente genial que no estaba en tu radar.
No importa qué tanto la quieras domesticar, la mente-animalito-salvaje siempre va a estar ahí. A mí me dice en el gym que ya cortemos la rutina porque ya fue mucho y que no hagamos cardio al final porque para qué si luego lo puedo reponer. Lo que hago —y te recomiendo— es responderle y decirle que deje de decir tonterías, que no estorbe.
No importa qué tanto la quieras domesticar, la mente-animalito-salvaje siempre va a estar ahí.
Una rule of thumb que he descubierto es que —generalmente— cuando algo le conviene a tu cuerpo y a tu vida, la mente-animalito-salvaje está en contra y cuando no es bueno para ti, te lo celebra. Analízalo y dime si tengo o no razón.
Tu mente-animalito-salvaje no eres tú. Entiende esto.
Tu mente-animalito-salvaje no es tu amiga. Entiende esto.
Y deja de creerle.
—A.