Es extremadamente raro que quejarte te ayude de alguna forma a ascender en la corporación en la que trabajas o a construir un negocio poderoso.
Quejarse es una salida de energía que los ejecutores inteligentes y visionarios reinyectan al sistema en lugar de dejarla salir por su boca.
Mira, muchos justificamos el quejarnos como "es que tengo razón" y sí, es cierto, estoy seguro que tal es el caso, pero este mundo no funciona con justicia, aunque tu educación tradicional de niño bueno boy scout te haya hecho esperar ya te has dado cuenta a estas alturas de la vida que you eat what you kill, comes lo que cazas, no lo que crees que te mereces.
Quejarte te hace débil, frágil, promedio.
Tus empleados, tus proveedores, los impuestos, el p gobierno, los clientes, tus socios, tus familiares, todo y todos siempre van a representar retos en tu día a día y tienes que abrazar esto y no verlo como una anomalía sino como lo normal.
Entiende que lo natural para avanzar es que haya obstáculos desagradables todo el tiempo frente a ti. Es como querer ponerte en forma engañándote con la narrativa de que caminar tranquilo veinte minutos al día como señor jubilado aburrido de ochenta y cinco años te va a llevar ahí.
Yo sé que me entiendes perfectamente con todo esto de que la queja —cualquiera— es una secuela del niño malcriado que todos fuimos, ya no seas así.
La gente quejumbrosa atrae fácilmente a más gente quejumbrosa. No tienes idea. De hecho, este es un hack negativo: si quieres formar rápidamente una comunidad a tu alrededor, comienza a quejarte en voz alta de cualquier tema, insiste en ello, hazlo con indignación latente en tu voz, usa argumentos inteligentes y uf, de repente saldrás en entrevistas, podcasts, te invitarán a que tengas una columna en un periódico nacional y serás reconocido como líder de opinión, aunque tú y yo sabemos que esto no significa una chigada porque los líderes de opinión son chafas, son cosas baratas, cualquiera puede serlo.
Esta dimensión necesita líderes de ejecución.
Sé un líder de ejecución.
No hay líderes de ejecución genuinos que vivan atrapados en sus quejas. Le dan la vuelta al asunto que los fastidia. Lo ponen en pausa, generan más recursos, le piensan y regresan a atacarlo desde otro ángulo, pero no andan llorando como florecitas frágiles del desierto que no saben cómo obtener validación más que gritando que esto y aquello es injusto y demás.
Construye cosas.
Recuerdo una tarde en el año dos mil dos, tengo una noviecita en la universidad, estamos encerrados platicando en su habitación y recuerdo perfectamente pasar horas quejándome de que yo debí haber ido a tales escuelas y que merecía una mejor educación y que no era justo que tal y tal cosa hubiese pasado en casa porque eso me impidió conseguir tal y tal cosa y así. Ella me escuchaba con paciencia y demás —creo que hasta lloré, por Dios— y si pudiese regresar en el tiempo, iría a ese punto de mi juventud a darme tres buenas cachetadas sonoras y decirle a mi versión tonta y desenfocadla que se deje de endejadas, que se meta al gym, que se enfoque y que deje de estar de víctima, que ya está grandecito y que sus papás solo tienen la culpa hasta cierta edad que ya pasó y a partir de ahí es toda su responsabilidad, que si ya andas teniendo sexo, ya tienes que comportarte como hombre en otras cosas que importan también.
Ahora, la gente simplista va a decir "¿entonces tengo que aceptar todo? ¿quedarme siempre calladito? ¿no decir nada?".
Yo no estoy diciendo eso.
Te estoy diciendo que si los headquarters envían una instrucción y no te gusta, en lugar de quejarte con tu jefe o colegas, adquieras el hábito de profundizar en el asunto, pensar qué ángulos analizaron para decidir eso aunque obviamente tú ves que afecta a algunas personas y/o procesos que están funcionando bien. Todo en la vida profesional y de negocios se trata de trade-offs, intercambios donde activas problemas hoy por la posibilidad de que sean ventajas geniales más adelante. Si te acostumbras a entender la mayoría de esos movimientos en lugar de brincar ofendido como la gente promedio, uf, hijo de la vida, no tienes idea de la mentalidad y potencial ejecución que estás cultivando en ti, estás poniendo un pie frente a la puerta del juego correcto.
Quéjate con análisis.
Quéjate con ejecución.
Quéjate cinco segundos, en silencio, hacia ti, y enseguida despierta, levántate, date dos bofetadas, pregúntate qué hay para ti en eso que te disgusta, cuál es el aprendizaje, dónde está la oportunidad, qué no estás viendo por culpa de tu emocionalidad, qué podrías construir a partir de ello o cómo lo puedes ignorar fuertemente si es que tienes que hacerlo.
Esto es quejarte como todo un pro.
Te quiero en tu versión de alto desempeño.
Va con amor y alpha, como siempre.
Sé audaz. Y selo ahora.
—A.
De lo mejor que he leído Aarón. 👌